6 oct 2006

20.- Las moscas en tu cara

Hace tiempo que no escribo en ninguno de mis blogs. No porqué no los lea nadie, que algún incauto cae por ahí, me consta. La verdad es que he tenido mucho trabajo y estaba demasiado cansado. Igual, un poco seco (vamos como un pasa) cerebralmente hablando. Ya he acabado la pelicula que os contaba llamada "El instituto de Babel" y ha sido mucho más dura de lo que pensabamos ninguno. Pero ya se acabó y ahora a otra cosa mariposa......

La verdad es que me daba un poco de miedo escribir. Era algo raro lo que sentía al ver a Augusto. Raro pero me cautivaba su sola presencia. ¡ Y no es raro, debes entenderlo!. O sea, si miro a Augusto Pérez y me recuerda mucho, muchísimo, a alguien tan cercano a mí como yo mismo, cuando le veo me siento como si yo fuera la mirada de un espejo que refleja mi propio yo. Bueno, si fuera la mirada de un espejo de mi propio yo, sería transparente o mejor infinito al ser infinito y probablemente estaría aún más loco. ¿Te imaginas? ¿Qué sería de mí y de este blog si fuera invisible?¿Pues anda qué si fuera infinito? COMO DIOS. Verías que pronto se acababan todos los israeles asesinos y los palestinos chungos y las superpotencias beligerantes y asesinas. Verías que pronto se acababa Bush. Y al ser un espejo, no sé como decirlo, con supèrpoderes, tampoco tendría conciencia, como ahora yo sin mi Paca.

Seguro que si fuera un espejo, deformaría de alguna forma la realidad (¡ya empezamos!) y quizá las cosas fueran diferentes. No, los calvos seguiríais siendo calvos, pero...no sé, igual con un rabo monumental. Desde luego que si fuera ese espejo deformado con el que Valle Inclán nos constaba cosas, las cosas cambiarían. Sobre todo conmigo. Bueno, y con Bush. A Bush le daría una melena como Rasputín....

En mi realidad, no habría pateras. Ni niños con la tripita hinchada, mocos y moscas en la cara y los labios, porque de un solo manotazo las apartarían para siempre y se las mandarían a la gente, que como yo, con otra suerte en la vida, vemos insensibles como mueren de hambre. Y con ese mismo manotazo, las moscas se irían, como el Saturno de Goya que devora a sus hijos, a comerse a ese "primer mundo" lleno de armas, de stress, de violencia y de insensibilidad. Y tras ese manotazo en el que nos echan todas sus moscas, oiríamos sus gritos de rabia. Entonces, solo entonces, todos esos niños que ahora se mueren de hambre, de sida, ahogados en el mar, o doblados en una patera de madera, cuando dejaran de tener hambre, nos darían el ejemplo que nosotros no les damos, y nos quitarían nuestras moscas, y nos darían pan, y agua, y esperanza. Y cuando hubieramos entendido el dolor de una madre, que impotente, deja morir a su hijo de hambre o sed ante nuestra (ahora su) mirada impenitente e impúdica, entonces, y solo entonces, serían, insisto, sus manos las que nos quitarían las moscas de nuestra cara, las que secarían nuestras lágrimas, las que limpiarían nuestros impotentes mocos y las nos darían un trozo de pan para paliar nuestra hambre. Ya sin hambre, volveríamos a tener esperanzas.

Pero esto es solo una imagen deformada de la realidad. Porque la realidad no queremos deformarla. No nos interesa. Por eso, todo seguirá igual. Serán ellos quienes seguirán con las moscas en la cara, ahógandose en el mar y muriendo de una bala que ellos no han fabricado. Han sido, son y serán ellos los que mueren. Por eso, para ellos la vida no es más que una patera que con suerte les llevará al pais de la esperanza, cuando con seguridad les lleva al pais del Nunca Jamás. Descansen ellos en paz, porque yo no puedo.

Augusto, coño, deja ya el batido de vainilla.

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