17 oct 2006

23.- Desquiciado, pongo medios (3)

- Joder, Ana, vaya psiquiatra al que me mandaste. Esta bastanta zumbado.
- Pero que dices, Tote, si he estado en Avila con mamá toda la semana.
- Además, no se a quien me recordaba el tal Zenemij. Dr. Zenemij, ¿árabe?¿Con lo que tú eres cómo tienes un loquero árabe. Uhhh

El UHH se corresponde con un aspaviento de esos que haces cuando quieres dar un susto. Realmente para que eso sea efectivo la persona a la que se lo quieres dar debería estar delante (de tí) y no detrás (de un teléfono). Ante esto, el susto no debió ser muy efectivo. Para mí si, pues rompí a reir.

- Pero, Tote, ¿de que te estas riendo?
- ¿Yo?, pues del susto que te he dado.

Continúe descerrajando mi mandibula sin mucha gana, te diré (no se a quién). Cuando logré calmar mi esternón empecé a intentar calmar la paciencia de mi hermana, que para mí solo es herm, porque el Ana ya lo lleva desde pequeñita. Herm(Ana) Ana. Pura redundancia. Rompí a reir de nuevo sin contar en este caso con la paciencia de mi herm(Ana) que debía estar ya desalojando todas las cosas de quicio (ver anterior capítulo) y su humor paso de ser malo a pésimo, para pasar a ser un tono uniforme de pitido. Me habñia colgado.

Inasequible al desaliento, pero dejando pasar quince minutitos para que volviera a meter todo en quicio y cerrara la puerta. Le habría correspondido, como en los buenos libros o en las buenas peliculas con final feliz, tirar la llave lejos o al mar. En nuestro caso, realmente al no ser un final feliz, no ser ni siquiera un final, no tenía sentido tirar la llave. Tampoco creo que en quicio hubiera muchas puertas, a lo que tampoco habría muchas llaves.

Nuestro cerebro, nuestra conciencia o razón (por no decir razocinio que parece el nombre de un profesor de filosofía clásica. Don Razocinio Ventura, opositor permanente y vendedor de exclusivas del corazón) constantemente está buscando puertas para cerrar con llave. No solo para lo malo, lo cual es lógico: si no cerramos esa puerta no podemos olvidar. Lo malo es que nunca podemos deshacernos de la llave del todo y siempre hay un momento en que la vuelves a encontrar, no sé, en unos zapatos, en el monedero, o al coger una toalla. Una vez, yo me encontré una de esas llaves dentro de mi nariz y al sonarme salieron cuatro o cinco. Lo cuál hizo que no fuera uno de mis mejores días (creo que llovió por mi culpa). Un amigo mío se encontró una de sus llaves en el interior de una uña del pié. Creo que fue en el meñique, porque era pequeñita, como la de un candado de un diario personal. Otro se tiró un pedo y le salio una llave como de puerta antigua, de esas grandes, pero no se atrevió a cogerla. Debía ser un recuerdo muy grande. Otro, se encontró un manojo debajo de su cama. Y se alegro mucho, pues pensó que eran las de su casa que había perdido hace tiempo. De hecho, logró abrir la puerta de su casa con ellas. Lo que no pudo fue volver a cerrarla. Murió hace ventitantos años victima de un accidente de coche, fuera de su casa, y de pasado de drogas, dentro de su cuerpo. Pero dejó la puerta sin cerrar. Por eso me acuerdo de mi amigo Juan Carlos, porque no cerró su puerta.

Igual el probelma no son las llaves, sino las puertas. Igual hay puertas que no podemos abrir con una llave porque no sé cierran nunca y están siempre abiertas. Como la mía en la que pone "PAPA". Esas no se cierran nunca, aunque con el tiempo y supongo que con la corriente, se van juntando un poquito. Por eso, las llaves, o las puertas, son como un diario personal que según escribes vas pasando hojas. Y la hoja que escribes cae sobre la ya escrita y la que escribirás mañana caerá sobre la que estas escribiendo hoy y aunque le pongas tipex, la marca en el diario ya se ha hecho. Se ha hecho tanto que le pasas un lápiz por encima puedes ver lo que querías tachar. Por eso nuestro cerebro es como el tipex y las llaves son como los lapiceros.

- Ana, ¿tú tienes muchas llaves que recoger?
- Tu estas tonto, Jiménez. - Era raro que mi herm me llamara Jimenez y no Tote - Mira, estoy currando y tengo mucho trabajo, asi es que dime que quieres y puedo volver a mi trabajo y a mi Chemita ( que es un santo, lo digo yo, Tote). No sé de que doctor Zejimen o como sea...
- Zenemij. Zejimen debe ser búlgaro. O rumano, no sé.
- Me da igual como se llame. Yo no te he recomendado a ningún psiquiatra, aunque me alegro que por fín hayas puesto tratamiento a tu..... tu locura, tío.
- No soy tu tío. Soy tu hermculo
- Mi ¿qué?
- Ano. Culo. Ano. Hermano. Hermculo, ja,ja,ja - Comencé a reir de nuevo. A carcajada límpia. Y no sé por qué. Es un chiste malísimo, pero yo soy así. Me encantan los chistes malos. Hubo una vez que ..... Pero eso es otra historia. El caso es que Ana estaba de nuevo sacando las cosas de quicio. ¿O soy yo quien las saca y ella la que pierde los nervios? Yo saco las cosas de quicio. NO, yo saco de quicio, luego ellos/as son cosas que poder sacar.... Ufff, que raro.

El caso es que me imaginaba a Ana como el capitán Hadock de lo cuentos de Tintín. Con el globo por encima de su cabeza y dentro de él : sapos, culebras, *-__ , cuernos, bombas de esas redondas y de mecha, cohetes, rayos y truenos. Siempre he pensado que Hergé era un genio. Cuando yo me enfado, tambien veo eso, como todo el mundo. Pero sólo a hergé se le ocurrió dibujarlo así. Genio, chaval.


Bueno, cuando imáginaba a Ana al otro lado del teléfono con el globito encima de su cabeza pelirroja y todos los sapos, rayos, bombas y truenos dentro de él/lla. Me fije en que a Ana le estaba saliendo barba. Sí, una barba canosa y no muy larga. Una barba que se tendría que cuidar y no dejarala crecer mucho pues directamente le pondría cinco o seis añois más. Tambien, noté que se había puesto gafas, se había cortado el pelo, se lo había teñido de castaño, había engordado 20 o 30 kilos, le habian encogido los tetones que gastaba, había crecido 15 o veinte centímetros y llevaba un pin del Real Madrid. ¿Ana con un pin del Real Madrid?. Si nunca le gustó el futbol. Tambien me dí cuenta que le estaba cambiando la voz. Se le estaba poniendo más ronca. Sentí terror al mirar hacia abajo. A traves de las medias le habían crecido unos horribles pelos en las piernas. De hecho, le habian crecido las piernas. Tanto que casi iba a conseguir que las medias....
Que nunca he sabido por que son medias y no enteras, si además son dos. O igual son los famosos pantys.
..... se reventaran. Pero lo que me dio, no se, entre miedo y pena fue notar que en la entrepierna le había salido un bulto como de, ..de, ... de una paquete masculino.
Llamé corriendo a Gloria, mi otra hermgloria, digo hermana, por la otra línea. Mientras, sujetaba a Ana con la mano que no sujetaba el otro telefono con la otra línea. Estaba enfurecida. Fuera de si. De hecho, estaba sujetando a dos Anas o Anos, porque si no fuera por las faldas parecerían chicos. Y tenían las dos anas bastante fuerza, no creas. Claro, al estar fuera de si... Lo que lograba descifrar era a quién me recordaba. Bueno, a quién me recordaban las dos Anas.
-Gloria..No,no, ...no cuelgues - debió pensar que era una alucinación de las mías- ¿Desde cuándo Ana,.. si, tu hermana,... desde cuando se ha dejado barba?
- Tote, tengo mucho trabajo al teléfono. Ana no se puede dejar barba, ni va a engordar, ni se ha cortado el pelo, ni le han crecido kilos ni pelos...
- ¡La has visto!¡ Tú tambien la has visto! Ves como si.... Oye, Anas, tranquilas chicas, no me mordais que estoy hablando con vuestra hermana, coño. .... No Ana, si tú, la de la izquierda, deja de morderme los pezoncillos que me los vas a dejar en car AAAHHH ne viva...
En ese momento, detras de Ana/s ví al famoso dr. Zenemij. Se reía el cabronazo a mandibula batiente. Vamos, que se estaba descojonando. Me dí cuanta que se parecía mucho a lo que ahora era Ana, aunque él ahora era solo uno.
-Gloria, es que no te lo vas a creer. Ana se a transformado en dos tios barbudos y con gafas, que por cierto, me recuerdan a alguien, y justo detras suya esta Zenemij, un malvado doctor psiquiatra que no quiere más que volverme loco, y ,que por cierto, se parece mucho, muchísimo a lo que Ana es ahora.
Sonó el teléfono. Esta vez fue.... fue..... ( el fijo lo tenía en una mano, el móvil en la otra, no tenía más telefonos pero estaba sonando uno. Tampoco tenía más manos, porque además de los teléfonos, estaba sujentando a las Anas con una mano, mientras que con la que me quedaba intentaba capturar al puto doctorcillo ese....)... no sé que fue, pero como seguía sonando decidí contestar. Igual era trabajo.
- Si, dígame. No, se ha debido confundir.... Ahh, eres tú. Que bromista. Mira es que no me pillas en buen mimento, ahora. Si, ni en buen mimento, ni en un buen momento. Si ya te explicaré. Si. ¿Cómo está mamá? Aha, si me alegro mucho. Venga, ya te llamo yo. Venga, hasta luego Ana.
Era complicado. Sujetar tantas cosas con sólo dos manos y mantener una conversación con mi hermana Ana. Desde todo punto de vista, era imposible. Dos teléfonos, o tres, no se yo, dos Anos muy raros ( ¿A quien me recordaban?), y a un loquero loco de remate que no tenía ni secretaria. Ah, y a mi otra hermana. Gloria.
- Si, Gloria, ya estoy contigo, veras es que An...- Me interrumpió
- Tote, mírate en un espejo, anda
Y no fue fácil. Nada fácil. Trasladar frente a un espejo todo lo que sujetba no fué tarea fácil. Tardé un buen rato. Varios segundos. Y lo que ví... Lo que ví no me hizo ninguna gracia.
- Eres tú.
Si. El espejo me devolvía una imagen de mi mismo sujentando a tres yos mismos y dos teléfonos. "Mira que son raros los espejos" pensé para mis adentros. Y dije para mis afueras: "Mira que son raros los espejos".
Entonces, me dí cuenta. Reconocí la voz.
Logré sentarme en una piedra del hermoso campo donde estaba y se me resbaló el espejo. Se hizo añicos. Cien mil pedazos o más. No era de extrañar con todo lo que tenía entre manos : un cigarro y un cromo de Raúl firmado por él. Pero no me importó que se ropiera el teléfono. Ni el espejo tampoco. Ya he dicho, en cien mil pedazos. Porque sólo en ese campo, sentado en esa piedra, supe que había vuelto.
- Paca..... Hostia, que me quemo con el cigarrillo.

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